Antes de comenzar, una aclaración de la perspectiva.
Puesto que hasta la más mínima de las cuestiones puede abordarse desde innumerables perspectivas, creo que es necesario aclarar la que voy a intentar exponer en éste y sucesivos post a cerca de mindfulness.
Si bien hay pocas dudas de que el conjunto de ejercicios que hoy se conocen como mindfulness provienen de las tradiciones budistas (no de una, sino de varias) no tengo ninguna intención, ni es mi objetivo tomar la perspectiva religiosa o promover la práctica de mindfulness desde una perspectiva religiosa. Respetando escrupulosamente a quienes mediten o practiquen mindfulness siguiendo un camino trascendente o religioso, está lejos de mi intención hacer proselitismo del budismo o de cualquier otra religión.
Mi práctica es laica, promuevo la práctica laica y procuraré ceñirme a contenidos científicos relacionados con la práctica de mindfulness.
Dicho esto, comencemos:
Las raíces del Mindfulness
Mindfulness, en una acepción clásica de la palabra “sati” en pali (idioma en el que se registraron inicialmente las enseñanzas de Buda) del diccionario de traducción de Davids y Stede (Davids & Stede, 1921-2001) al inglés, significa conciencia, atención y recuerdo.
En este contexto se refieren a la atención como conciencia centrada y a recordar no como el recuerdo de eventos pasados, sino más bien como una intención de recordarnos ser conscientes a cada momento (Siegel, Germer, & Olendzki, 2014).
Renovando el concepto de Mindfulness
Según estos últimos autores, la incorporación de mindfulness al contexto de la psicoterapia occidental, hace que su definición se aleje de sus antiguas raíces y amplíe su significado añadiéndole cualidades mentales que van más allá de sati (conciencia, atención y recordar). Entre estas cualidades destacan no juzgar, la aceptación y la compasión.
En este nueva contexto Jon Kabat-Zinn, pionero en la aplicación terapéutica de mindfulness, lo define como “la conciencia que surge de prestar atención intencionadamente en el momento presente y sin juzgar, a las experiencias que se despliegan en cada momento” (Kabat-Zinn, 2003) y posteriormente en (Bishop, y otros, 2004) lo describen como una autorregulación de la atención, mantenida en la experiencia inmediata, que permite un mayor reconocimiento de los acontecimientos mentales en el momento presente y adopta una orientación particular hacia la propia experiencia, caracterizada por la curiosidad, la apertura y la aceptación.
En (Vallejo Pareja, 2011) Miguel A. Vallejo habla de mindfulness como una habilidad que permite un punto de vista y que implica una serie de conductas y hace una aproximación a sus elementos esenciales: Centrarse en el momento presente, apertura a la experiencia y los hechos (poniendo por delante lo emocional y estimular frente a su interpretación) aceptación radical no valorativa de la experiencia (lo positivo y negativo en sus diversos grados son aceptados como experiencias normales), elección de las experiencias (escapando de posiciones deterministas) y renuncia al control directo.
Éste mismo autor y en el mismo texto hace referencia a los elementos clave de mindfulness según Germer:
No conceptual: sin centrarse en procesos de pensamiento, centrado en el presente, no valorativo: no puede experimentarse plenamente algo que se desea sea otra cosa, intencional: siempre hay intención directa de centrarse en algo a lo que poder volver si nos hemos alejado, observación participativa: en la que se implique la mente y el cuerpo, no verbal: sin referente verbal sino emocional y sensorial, exploratorio y liberador: cada momento de la experiencia vivido plenamente es una experiencia de libertad.
Así pues, de todo esto parece poder derivarse que la traducción al castellano de mindfulness (ya en su acepción clásica pero especialmente en la más moderna y derivada de su uso terapéutico) como atención plena no permite abarcar todo el significado que el concepto trae consigo.
No se trata entonces de concentrar la atención en un punto de nuestro cuerpo como la respiración, o ajeno a él como la llama de una vela, sino que, para practicar mindfulness, parece que hay que hacer algo más que eso.
REFERENCIAS
Bishop, S., Lau, M., Shapiro, S., Carlson, L., Anderson, N., Carmody, J., & et al. (2004). Mindfulness: A proposed operational definition. Clinical Psychology: Science and practice, 11(3) 230-241.
Davids, T., & Stede, W. (. (1921-2001). Pali-english dictionary. Nueva Delhi: Munshiram Manoharlal Publishers Pvt, Ltd.
Kabat-Zinn, J. (2003). Mindfulness-based interventions in context:Past, present, and future. Psychology: Science and Practice, 10(2), 144-156.
Siegel, R., Germer, C., & Olendzki, A. (2014). Manual clínico de mindfulness – Cap. 1 Mindfulness:¿Qué es?¿Dónde surgió? Bilbao: Descleé de Brouwer.
Vallejo Pareja, M. (2011). Técnicas de modificación de conducta . Cap. 8 Mindfulness o atención plena: de la meditación y la relajación a la terapia. Madrid: Pirámide.