En mi anterior post he intentado acercarme a la definición de aceptación con la que, generalmente, nos manejamos de forma habitual. Esta definición es posible que no se ajuste a lo que dice la RAE de forma literal en ninguna de sus acepciones. Es más probable que cada uno hayamos “construido” nuestra propia definición en función de la relación que hayamos tenido con la palabra en cuestión en nuestra historia vital. Así pues, no es que nuestra definición esté mal o que estemos equivocados, simplemente la hemos construido así.
Siendo conscientes de todo ello voy a tratar de ayudaros a “construir” una nueva definición que (al menos en el contexto terapéutico) pueda seros de utilidad.
Y a partir de aquí abro un “encomillado” enorme porque voy a utilizar las definiciones y reflexiones que podréis encontrar en (C. Hayes, Strosahl, & G. Wilson, 2014, págs. 395-429). Al fin y al cabo ¿qué hay mejor que acudir a la fuente?
Para estos autores, “la aceptación es la adopción voluntaria de una postura intencionadamente abierta, receptiva, flexible y exenta de juicios en relación al momento presente. Se apoya en la actitud de “estar dispuesto” a entrar en contacto con las vivencias internas negativas o con aquellas situaciones, acontecimientos o interacciones que tengan alguna probabilidad de desencadenarlas”.
Pero, ¿para qué sirve esta actitud? ¿en qué momento la podemos aplicar?. Claro que cuando las cosas van bien suele ser más fácil vivir la vida, pero en un momento u otro, esa misma vida nos va a poner en situaciones dolorosas que no vamos a poder “controlar” y que vamos a tener la intención de “evitar”.
“El hecho de que algunas cosas no puedan ser controladas resulta difícil de asumir porque, de manera inferencial, a nosotros nos toca asumir el efecto interno que esas cosas nos producen.”
Y vamos a tener la tentación de “evitar” ese dolor, haciendo que la aceptación se haga difícil
Qué no es aceptación
“La aceptación no significa apechugar, tolerar, resignarse o soportar una situación.
No significa dejar las cosas como están cuando es posible cambiarlas
Aceptar no es ceder.
De hecho es justo lo contrario: se fortalece el cambio al abrazar el momento presente y aceptar cuanto haya de tener lugar en el proceso de cambio. Piensa en una mujer que viva en una situación de violencia doméstica. La aceptación aquí es muy importante, pero no significa aceptación del abuso. Lo que debería significar es aceptar la dura constatación de que si no se hace algo, lo más probable es que los malos tratos continúen. Podría significar reconocer el impacto emocional tóxico del abuso y la dolorosa brecha entre el valor de una sana intimidad y lo que se está dando en la actual situación. Podría significar hacer frente a los pensamientos de temor como parte del proceso de poner fin o de cambiar radicalmente una relación inviable. Pero de ningún modo significa rendirse.
Aceptación no es fracaso
La aceptación no es la admisión de un fracaso personal; más bien, se trata de reconocer que una determinada estrategia no ha funcionado o no puede dar resultado… …Cuando la funcionalidad vital es baja, un primer paso necesario consiste en abandonar las estrategias que no son viables; pero emprender este tipo de acción significa aceptar lo que la experiencia nos ha venido demostrando: que nuestro enfoque actual de la vida no está funcionando.
Aceptación no es tolerar
La aceptación no consiste en tolerar, simplemente, la situación actual. La tolerancia es una postura condicional que se acepta una cierta cantidad de malestar durante un lapso de tiempo, normalmente, a cambio de algo que merece la pena (pero sin una apertura real a la propia experiencia). La mayoría de nosotros practicamos este tipo de tolerancia cuando vamos al dentista. La aceptación es activa, no pasiva. Sugiere que hay algo significativo en experimentar lo que se está experimentando
La aceptación consiste en elegir en función de valores no en “revolcarse”.
Aceptación no es una cuestión de “tener que”. La falta de aceptación tiene consecuencias pero como no puede haber garantías, la aceptación requiere una especie de salto, basado en valores, hacia lo que está presente en el momento en el que está presente. Sentir lo que uno está sintiendo no es un fin en sí mismo (eso es “revolcarse”). Lo que la vida les pide a las personas es que sientan, piensen, experimenten o recuerden aquello que surja en el proceso de vivir una vida significativa. Y eso requiere tanto disposición de conducta como habilidades de aceptación presentes como una elección basada en valores.”
Es probable que vuelva una y otra vez al término apoyado otros conceptos, pero espero, al menos, haber dejado medio noqueado al oponente de la aceptación (para aquellos despistados aclararé que me refiero a la inútil y psicológicamente dañina resignación).
Bibliografía
C. Hayes, S., Strosahl, K., & G. Wilson, K. (2014). Terapia de aceptación y compromiso Proceso y práctica del cambio consciente (mindfulness). Bilbao: Desclée de Brouwer.